Ahogo el aire vivo
para asesinarlo y revivir
con cada bocanada de humo de tabaco
que en mi boca es todo y nada.

Humo anestesia
Humo miseria
Humo justo
Humo calamidad.

El humo necesario
para estrangular el amargo dolor.

Humo bañado en lágrimas
en el llando intoxicado
húmedo y asfixiante
dominante y liberador.

El humo de las palabras no dichas
humo delator.

El humo que bañó tu rostro
el humo después del amor
que inunda mi amargura
que me purifica
que cuenta nuestra historia
que mi pena no tendría sentido
sin cada bocanada de ese humo.

La nostalgia...
                        esa perra bastarda!

No soy una canción desconocida
tal vez una nota perversa de una sinfonía de Bach.

No soy una palabra no dicha.

Soy el verbo hecho carne...
                                             igual que todos ustedes.

No soy dios...
                       tampoco ustedes.

No soy ingenúa
no tengo pensamientos complejos...
                                                          pero si perversos.

Creo en la vergüenza
en el silencio
en la verborrea descriteriada
en el vacío lleno de sentido.

He pasado toda mi vida tratando de ser
y he descubierto que la respuesta es no ser...
                                                                         ser es el naufragio seguro.

DE LO MUCHO... POCO
DE LO POCO... NADA
DE PRONTO
DE LA NADA... TODO

No estoy para no palabras
para cerebros y no emociones
Estoy con los pies al borde de un abismo
y no tengo miedo
No estoy para asientos
para esperas
para no riesgos
Estoy con la boca abierta
porque estoy gritando

Un beso para olvidar con alegría.

Mis demonios son tormentas del invierno que no puedo despertar.

Del llanto sobre la leche derramada
del impulso infame y traidor
las pregunta retornan
amenazantes y castigadoras
A ponerme en tela de juicio a mi
que me engaño para crecer
que me amarro las manos para ocultar la verdad
a mi
que no sé
qué
cómo
cuándo
porqué.
Es porque uso zapatos
y no puedo hechar raices.

Del silencio ruidoso de mis años
surgen cantares desconocidos
desafinados
hermosos
temo escucharlos
pero no puedo evitarlo.
Entonces tal vez no es habitar el silencio...
Es cantar y escuhar mi voz muda.

Cantaba un tanguito medio ebria, entremedio de personas que en realidad no conocía y estaba feliz, plena, porque las personas que la conocían nunca habían querido escucharla cantar tango.

Buenos Aires
1 Febrero 2014