jueves, 9 de agosto de 2007

No puedo llorar...

Sintió un nudo amargo en la garganta, el presente y el pasado ya no los podía modificar, mas no quería ver el futuro cruel, bien sabía él que si derramaba una lágrima derramaría otra y que tal vez no las podría detener, así que respiró profundamente el aire tibio de la sala de espera de la clínica y se dijo a si mismo “no puedo llorar” y no lo hizo, al menos mientras caminaba hacia el ascensor dejando a todos los que lloraban atrás, no se despidió de nadie, sólo tomó su chaqueta y su bufanda y salió del río de angustiosos lamentos.
Afuera corría un viento tan helado que se abrigó, salió de la Clínica y caminó luchando con el viento que le congelaba la cara, caminaba y no sabía a donde iba, estaba tan concentrado en evitar las lágrimas que solo y sin saber cómo llegó a aquella plaza con los árboles desnudos y con las hojas que volaban y le rozaban el rostro, se dio cuenta donde estaba y ese nudo amargo se volvió mas tortuoso aun y se repitió con rabia “no puedo llorar!”. Se sentó en una banca y llevo sus rodillas al pecho, escondió su cabeza entre sus manos y estuvo así un par de minutos, el viento soplaba rudo y triste como hecho para esa ocasión, de pronto tuvo ganas de fumar y por suerte le quedaba un último cigarro medio arrugado en el bolsillo interior de su chaqueta, lo puso entre sus labios y se dio cuenta de que no tenía fuego para encenderlo, pero vio que a lo lejos caminaba un anciano bien parado con un cigarro entre sus dedos y corrió para alcanzarlo y le pidió el anhelado fuego, el hombre lo miró a los ojos un momento y él se incomodó pero finalmente el anciano le pasó una caja de fósforos, le fue difícil por el viento prenderlo y cuando lo logró vio que le anciano ya había adelantado su paso, pero no lo quiso alcanzar y guardó la caja en el bolsillo de su pantalón de cotelé café, caminó hacia la banca y comenzó a aspirar el humo que al botarlo por la boca se perdía rápidamente con el viento. Pensó de pronto que no la volvería a ver nunca mas y nunca esas palabras habían sonado tan duras, sabía que no la oiría respirar jamás, que sus labios no serían un nuevo beso y no diría otra vez esas palabras adultas y solemnes que tanto a él le gustaban, así por primera vez sintió que algo era finito y justamente tenía que ser la vida de ella, sintió que algo le golpeaba fuertemente en el alma y ese nudo en la garganta se volvió incontrolablemente amargo, el presente y el pasado ya no los podía modificar, mas no quería ver el futuro cruel, bien sabía él que si derramaba una lágrima derramaría otra y tal vez ya no las podría detener, pero al menos esta vez no las pudo evitar.

Mariana Wilde

1 comentario:

Soledad dijo...

Amiga! Me gusta q escribas, me gusta q te expreses de esa forma y envidio tu capacidad para transformar en palabras los sentimientos e ideas q pasan por tu cabeza...

Te kiero mxo y como yo no soy buena escribiendo no se q mas decir...

Un beso.