Sintió un nudo amargo en la garganta, el presente y el pasado ya no los podía modificar, mas no quería ver el futuro cruel, bien sabía él que si derramaba una lágrima derramaría otra y que tal vez no las podría detener, así que respiró profundamente el aire tibio de la sala de espera de la clínica y se dijo a si mismo “no puedo llorar” y no lo hizo, al menos mientras caminaba hacia el ascensor dejando a todos los que lloraban atrás, no se despidió de nadie, sólo tomó su chaqueta y su bufanda y salió del río de angustiosos lamentos.
Afuera corría un viento tan helado que se abrigó, salió de la Clínica y caminó luchando con el viento que le congelaba la cara, caminaba y no sabía a donde iba, estaba tan concentrado en evitar las lágrimas que solo y sin saber cómo llegó a aquella plaza con los árboles desnudos y con las hojas que volaban y le rozaban el rostro, se dio cuenta donde estaba y ese nudo amargo se volvió mas tortuoso aun y se repitió con rabia “no puedo llorar!”. Se sentó en una banca y llevo sus rodillas al pecho, escondió su cabeza entre sus manos y estuvo así un par de minutos, el viento soplaba rudo y triste como hecho para esa ocasión, de pronto tuvo ganas de fumar y por suerte le quedaba un último cigarro medio arrugado en el bolsillo interior de su chaqueta, lo puso entre sus labios y se dio cuenta de que no tenía fuego para encenderlo, pero vio que a lo lejos caminaba un anciano bien parado con un cigarro entre sus dedos y corrió para alcanzarlo y le pidió el anhelado fuego, el hombre lo miró a los ojos un momento y él se incomodó pero finalmente el anciano le pasó una caja de fósforos, le fue difícil por el viento prenderlo y cuando lo logró vio que le anciano ya había adelantado su paso, pero no lo quiso alcanzar y guardó la caja en el bolsillo de su pantalón de cotelé café, caminó hacia la banca y comenzó a aspirar el humo que al botarlo por la boca se perdía rápidamente con el viento. Pensó de pronto que no la volvería a ver nunca mas y nunca esas palabras habían sonado tan duras, sabía que no la oiría respirar jamás, que sus labios no serían un nuevo beso y no diría otra vez esas palabras adultas y solemnes que tanto a él le gustaban, así por primera vez sintió que algo era finito y justamente tenía que ser la vida de ella, sintió que algo le golpeaba fuertemente en el alma y ese nudo en la garganta se volvió incontrolablemente amargo, el presente y el pasado ya no los podía modificar, mas no quería ver el futuro cruel, bien sabía él que si derramaba una lágrima derramaría otra y tal vez ya no las podría detener, pero al menos esta vez no las pudo evitar.
Mariana Wilde
Afuera corría un viento tan helado que se abrigó, salió de la Clínica y caminó luchando con el viento que le congelaba la cara, caminaba y no sabía a donde iba, estaba tan concentrado en evitar las lágrimas que solo y sin saber cómo llegó a aquella plaza con los árboles desnudos y con las hojas que volaban y le rozaban el rostro, se dio cuenta donde estaba y ese nudo amargo se volvió mas tortuoso aun y se repitió con rabia “no puedo llorar!”. Se sentó en una banca y llevo sus rodillas al pecho, escondió su cabeza entre sus manos y estuvo así un par de minutos, el viento soplaba rudo y triste como hecho para esa ocasión, de pronto tuvo ganas de fumar y por suerte le quedaba un último cigarro medio arrugado en el bolsillo interior de su chaqueta, lo puso entre sus labios y se dio cuenta de que no tenía fuego para encenderlo, pero vio que a lo lejos caminaba un anciano bien parado con un cigarro entre sus dedos y corrió para alcanzarlo y le pidió el anhelado fuego, el hombre lo miró a los ojos un momento y él se incomodó pero finalmente el anciano le pasó una caja de fósforos, le fue difícil por el viento prenderlo y cuando lo logró vio que le anciano ya había adelantado su paso, pero no lo quiso alcanzar y guardó la caja en el bolsillo de su pantalón de cotelé café, caminó hacia la banca y comenzó a aspirar el humo que al botarlo por la boca se perdía rápidamente con el viento. Pensó de pronto que no la volvería a ver nunca mas y nunca esas palabras habían sonado tan duras, sabía que no la oiría respirar jamás, que sus labios no serían un nuevo beso y no diría otra vez esas palabras adultas y solemnes que tanto a él le gustaban, así por primera vez sintió que algo era finito y justamente tenía que ser la vida de ella, sintió que algo le golpeaba fuertemente en el alma y ese nudo en la garganta se volvió incontrolablemente amargo, el presente y el pasado ya no los podía modificar, mas no quería ver el futuro cruel, bien sabía él que si derramaba una lágrima derramaría otra y tal vez ya no las podría detener, pero al menos esta vez no las pudo evitar.
Mariana Wilde
1 comentario:
Amiga! Me gusta q escribas, me gusta q te expreses de esa forma y envidio tu capacidad para transformar en palabras los sentimientos e ideas q pasan por tu cabeza...
Te kiero mxo y como yo no soy buena escribiendo no se q mas decir...
Un beso.
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